lunes, 4 de agosto de 2014

HIPOCRITAS!

Es una carga pesada que arrastramos todos. La hipocresía no define raza, situación económica, sexo, cultura. Es un veneno tan peligroso como la cicuta que mató al sabio Sócrates. Un veneno compuesto por varios grupos de venenos. La hipocresía nunca baila sola. Desde los cimientos en los que confiamos nuestra madurez, hasta nuestra edad adulta, es posible que hayamos recogido todo lo sucio, lo podrido y asqueroso de nuestro entorno.
La vida nos ofrece manjares exquisitos todo el tiempo, pero a veces, el ser humano prefiere lo mejor sazonado a pesar de su espantosa nutrición. Un completo suicidio.
La hipocresía viene acompañada de varios tonos: Mentiras, engaños, envidias, imitaciones, culpas, falacias, heridas, sufrimientos, venganza, apatías, descontrol, lujuria, orgullo, dolor, nada que se acerque a la realidad.
La hipocresía es fingir ser lo que no se es. Para ello acudimos a la mentira. Primero, nos engañamos a nosotros mismos pensando que es bueno asumir otra personalidad de vez en cuando. Actuar como no soy y lograr un puesto de respetable, con poder, dinero, fama, por medio de la hipocresía.
Ser hipócrita nunca tiene su ventaja. Si nos da la facilidad de falsear nuestra vida, es evidente que no estamos amando la verdad y, por verdad se entiende, nuestra misma esencia de criaturas. Hemos sido dotados de vida, de luz, de verdad, y no de mentiras, falsas e hipocresías. Ir en contra de este principio es algo que solo engendrará oscuridad en nuestros ojos, nuestra alma, corazón y mente. Nada bueno vendrá después.