jueves, 14 de abril de 2016

Puertas que se cierran cuando las quieres abrir

                ¿Por qué se nos cierran las puertas de la vida cuando estamos tan claros respecto a nuestros objetivos? El sueño que buscamos realizar, la meta, el éxito, la vida digna y noble que deseamos tener, se nos cierran ante nuestros ojos de golpe.
Y es que hay en la vida tantas puertas queriendo abrirse para ti, como otras tantas queriendo cerrarse. En el peor de los casos pensamos que una puerta que se cierra es alguien capaz de creer desde su dolor que está en lo correcto. Y hay tantas puertas cerradas a la vida porque sienten que en su tristeza y sufrimiento pueden concebir la fe desde otro ángulo: el miedo, eso no se puede hacer, mejor no intentarlo, eso es difícil, trata de no hacerlo, es mejor quedarse donde ya estás, no sigas adelante, te pueden pasar demasiadas cosas si entras a eso.

          Y este afán por el miedo disfrazado de prudencia termina afectando nuestros impulsos hasta el punto de mantenernos encerrados en una esfera donde tú sigues igual, pero el resto avanza, otros hacen lo imposible que tú no quisiste y alcanza el objetivo que tú podías. Ves este mundo en movimiento y en alerta y en vez de abrir puertas pones tu fe en aquellas que te quieren cerrar el paso. Hay un afán enorme en estas personas que te buscan cerrar puertas. Lo peor de todo es que, si no tienes unos padres que estén convencidos y afianzados en el triunfo y la fe con humildad, serás criado como una puerta cerrada al igual que las que están por ahí arruinándole el mundo a otras puertas que buscan expandirse.
               Este afán por cerrar puertas se da a causa de dos factores:
Astucia: el resultado de una puerta cerrarte el camino es porque puede admitir que allí donde vas hay oportunidad y esa puerta cerrada te desanima para que desistas, te rindas y no busques el triunfo que hay en ese camino. Es un camino arduo. Pero la puerta cerrada se encargará de subirse sobre los hombros de otras puertas usando su astucia para alcanzar sus objetivos sin mucho trabajo.

Pasado: quien tiene sus puertas cerradas no tuvo una infancia feliz, ni mucho menos estable. Es posible que se haya tocado con otras puertas abiertas que le pudieron haber prestado ayuda y sacarlo de su encerramiento, pero su costumbre y su base fueron el dolor y el pasado. Así que se enfoca en vivir metido en esa esfera fuera de la realidad. No asume que tiene responsabilidades de pesadas cargas que ameritan de impulsos gigantescos. Y prefiere continuar este camino de penumbras en el pasado. No quiere abrirse a la experiencia de la vida, por lo que se hace imposible vivir con felicidad la realidad que le ha tocado. Su mirada está marcada por acontecimientos del pasado. Fue entrenado bajo un código negativo. Se le impulsó a no pensar libremente, sino como esclavo: has esto. No hagas eso. Te digo que eso es malo. No seas bruto, eso se hace así. Eres lento. Pero serás torpe. Tú tienes la culpa. No haces nada bien. Todo lo que haces es un desastre.
            Las puertas cerradas te han quitado hasta la llave para abrir tu propia puerta con tantas amenazas proferidas en aquel tiempo pasado. Te dejaron encerrado y el único modo de salir para explorar tus oportunidades, tus propios fracasos, tus propios retos, es creando tu propia llave o rompiendo la puerta de una patada. Este impulso desatará muchas lágrimas y es posible que hasta sientas rencor hacia quienes te encerraron la mente en aquella puerta oscura. Pero, al volverte un vencedor, al tomar la luz que está detrás de la puerta abierta, todo te cambiará. Conocerás acerca de continuar, de no rendirte, también escuchará sobre el perdón hacia aquellos que fueron entrenados del mismo modo repitiendo así un patrón común del sufrimiento.

           No hay nada más bueno que establecer tu propio territorio. Ahora que estás solo y que puedes decidir todo en tu vida, que puedes caerte allí donde se te impidió que cayeras y que puedes levantarte de allí de donde se te dijo que no te levantaras, es lo más feliz que hayas hecho en toda tu vida. Siempre cometerás errores, pero no es igual cuando tienes puertas cerradas a tu alrededor machacándote por ellos. Es bueno cuando no tienes a nadie que te culpe. Sin embargo, debes reconocerlos y ponerte de pie con la fuerza que dará otra tercera puerta. Esta tercera puerta aparece en tu vida de forma inesperada. Esta puerta te habla y te dice: Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y me abre, entraré y cenaré con él y él conmigo.
   
           Entonces, de triste que estabas en aquella soledad de tu pasado, ahora pasas a tener una grata compañía. Dios se ha manifestado en toda su gloria en tu vida y ha bajado por su amor ha cenar contigo. Déjale entrar y todas las puertas del gozo eterno se abrirán para siempre. Amén.