Dios perdonador, desde lo mas profundo aclamo a ti.
Señor, oye mi voz. Estén tus oídos atentos a la voz de mi plegaria.
Si de los delitos te acuerdas, Señor, Quién resistirá? Mas, hay en tí
perdón de pecados, para que con reverencia se te sirva.
Confio en el Señor, confía mi alma en su palabra.
Espera mi alma al Señor, mas que los centinelas la aurora.
Mas que los centinelas la aurora, espera Israel al Señor.
Porque hay en el Señor misericordia, hay en El abundante redención
y El mismo redimirá a Israel de todas sus iniquidades. (Salmo 129)
Crezca la paz en abundancia, dirija tu alma.
Resplandezca la calma como rocío de la mañana
cual nieve blanca que en su armonía danza y cae
en sereno paso del viento invernal.
No retumbe la culpa dentro de tu alma.
Que retumbe mas bien la acción de responder
con agrado a la solución, sin quedarte en el error
o el fracaso. Porque la culpa agrava con desmedido
veneno al alma que ansía levantarse y la amedrenta,
la congoja en infinidades intensas de pensamientos
turbios, que no permiten vivir con libertad a la gracia
que del Señor nos viene, su amor, su perdón.
sábado, 19 de julio de 2014
viernes, 18 de julio de 2014
Cristianos que atacan la homosexualidad
No estoy de acuerdo con los ataques...es evidente que en estos tiempos vendrán de todas partes...una cosa es clara y que seguramente activó esta forma de violencia pública a nuestra creencia...se sintieron amenazados. Toda nuestra vida de cristianos, pocos han sabido manejar el tema homosexual...la gran mayoría de los cristianos defienden el criterio heterosexual sin ejemplo de vida, una cosa clara que muchos amigos homosexuales sacan al aire cuando les pido una respuesta acerca de su decision.
La verdad es que, sienten que se les amenaza todo el tiempo, que se les discrimina por pensar como lo hacen y que se les mata sin escrúpulos por ser como son...yo no digo que sean así, pero tampoco podemos resolver ese inconveniente rebajándonos al cometido de otros males. Juzgarlos no nos hará mejores cristianos, amenazarlos con la Biblia tampoco, condenarlos menos, porque no somos Dios. Ellos encuentran fuerza en la resistencia que les hacemos.
El ser humano sufre por millones de causas constantemente. Creemos fielmente que existe un Dios que nos busca amar y dar felicidad a toda costa sin importar las consecuencias. Los llamados homosexuales, personas, seres humanos, necesitados de amor como millones, sufren, son pecadores y necesitan encontrar respuestas claras.
Si quieres corregir a las personas en sus malas decisiones, vuélvete un instrumento de paz en Cristo Jesus, conviértete en ejemplo de vida. Si crees en la castidad, amala con alegría, si crees en el matrimonio, ama tu compromiso con alegria. Vive a Dios en todo eso. Pero se de muchos que solo critican a los homosexuales y comentan, a mi me gustan las mujeres. Fornican, ultrajan, violan, amenazan, golpean novias, madres, mujeres y despues insultan a los que aparentemente son pecadores por pensar que quieren estar con personas de su mismo sexo.
Si vas a hablar de corregir una conducta, primero empieza contigo. Si quieres corregir algo de este mundo, haz tu lo correcto. Ama y deja que el amor realice su trabajo. Dios te lo compensará al ciento por uno. Si buscas justicia, empieza por practicarla. El mundo quiere saber, el mundo quiere ver, el mundo necesita una orientación. Miles son las creencias, miles mas son las cosas que confunden al ser humano en la actualidad. Pero, nos convertimos en el problema cuando queriendo resolverlo, metemos la guerra. En especial contra aquellos que optan por vivir como un sexo débil de cualidad. Oremos por todos, pidamos a Dios misericordia y demos gracias también sin menospreciar a la persona que lleva una vida pública de pecado. Seamos pacíficos. Vivamos con amor.
La verdad es que, sienten que se les amenaza todo el tiempo, que se les discrimina por pensar como lo hacen y que se les mata sin escrúpulos por ser como son...yo no digo que sean así, pero tampoco podemos resolver ese inconveniente rebajándonos al cometido de otros males. Juzgarlos no nos hará mejores cristianos, amenazarlos con la Biblia tampoco, condenarlos menos, porque no somos Dios. Ellos encuentran fuerza en la resistencia que les hacemos.
El ser humano sufre por millones de causas constantemente. Creemos fielmente que existe un Dios que nos busca amar y dar felicidad a toda costa sin importar las consecuencias. Los llamados homosexuales, personas, seres humanos, necesitados de amor como millones, sufren, son pecadores y necesitan encontrar respuestas claras.
Si quieres corregir a las personas en sus malas decisiones, vuélvete un instrumento de paz en Cristo Jesus, conviértete en ejemplo de vida. Si crees en la castidad, amala con alegría, si crees en el matrimonio, ama tu compromiso con alegria. Vive a Dios en todo eso. Pero se de muchos que solo critican a los homosexuales y comentan, a mi me gustan las mujeres. Fornican, ultrajan, violan, amenazan, golpean novias, madres, mujeres y despues insultan a los que aparentemente son pecadores por pensar que quieren estar con personas de su mismo sexo.
Si vas a hablar de corregir una conducta, primero empieza contigo. Si quieres corregir algo de este mundo, haz tu lo correcto. Ama y deja que el amor realice su trabajo. Dios te lo compensará al ciento por uno. Si buscas justicia, empieza por practicarla. El mundo quiere saber, el mundo quiere ver, el mundo necesita una orientación. Miles son las creencias, miles mas son las cosas que confunden al ser humano en la actualidad. Pero, nos convertimos en el problema cuando queriendo resolverlo, metemos la guerra. En especial contra aquellos que optan por vivir como un sexo débil de cualidad. Oremos por todos, pidamos a Dios misericordia y demos gracias también sin menospreciar a la persona que lleva una vida pública de pecado. Seamos pacíficos. Vivamos con amor.
martes, 8 de julio de 2014
LOS QUE VIVEN SIN ARMADURAS...
Hay quienes piensan que al cambiar de muerte a vida podrán imaginar un lago lleno de patos y cisnes hermosos, que podrán vivir como nunca, que han logrado alcanzar un final feliz, pero no es verdad, es solo un momento de confianza que podría revivir todo el pasado dejado atrás. Se que podemos disfrutar de ratos que improvisados surgen como mágicos momentos, ya sean familiares, amistosos, amorosos, pero eso no impide que lo que hemos dejado atrás no nos persiga de nuevo. Hay que estar preparados siempre, porque todo vicio busca repetirse una y otra vez constantemente mientras vivimos.
Somos felices al descubrir que no somos como antes. Renovados por el amor que ha volcado nuestra existencia de amarga a dulce, debemos hacerle honor a esta entrega. Dios nos ha dado un regalo y debemos ponerlo a producir constantemente. Mientras vivo, estoy a expensa de las bestias que merodean buscando ponerme trampas. Y tener temple es, vivir plenamente alerta a las sonoras canciones de placer que de mi carne fluye, hacer firme mi voluntad de agradar a quien me ha vuelto a la vida, gozar de su inextinguible llama que quiere sin cesar que yo permanezca en su gracia, cuidando con los dones de su amor, mi existencia.
Creer confiados que no tenemos un enemigo que nos acecha es muy tonto. Persuasivo es en su vasta experiencia, que desde que los ángeles existen, también existe. Ha millones arrastra constantemente a su guarida. Desde allí los sazona, los mete en una caldera gigante para cocinarlos y mientras logre su cometido estropeando su alma, alma de luz que nos ha confiado Dios Padre, no cesa el infinito castigo.
Pues, felices somos al conocer de Cristo, mas a ojos abiertos hemos de estar, porque un sólo pensamiento impuro que tengamos es ya una razón de alejarnos de su felicidad. Nuestra alegría descansa en Dios, y de hacer cosas que nos aparten de su presencia, seremos los seres más infelices que hayan existido jamás. Seres desfigurados, con tonos diversos oscuros similares al caos, que nada de orden tiene en su faceta de muerte. Abramos los ojos del alma, para agradecer la santidad que se nos ha regalado. Abramos los ojos del corazón, para discernir correctamente a quién dejaré entrar cuando venga a tocar mi puerta.
Soy un instrumento en sus manos, cuando dejo que me use. Yo decido de quién me dejaré hacer de nuevo. El pecado nos induce a una destrucción personal, a la muerte, al destierro eterno. Vivir firmes en la fe, con la voluntad hecha pedazos, pero soportando, sin rendirme, dando la batalla por amor a quien amor me ha dado, por respecto a quien la existencia
me ha asegurado y por honor a quien me reserva una casa en su mansión eterna.
Somos felices al descubrir que no somos como antes. Renovados por el amor que ha volcado nuestra existencia de amarga a dulce, debemos hacerle honor a esta entrega. Dios nos ha dado un regalo y debemos ponerlo a producir constantemente. Mientras vivo, estoy a expensa de las bestias que merodean buscando ponerme trampas. Y tener temple es, vivir plenamente alerta a las sonoras canciones de placer que de mi carne fluye, hacer firme mi voluntad de agradar a quien me ha vuelto a la vida, gozar de su inextinguible llama que quiere sin cesar que yo permanezca en su gracia, cuidando con los dones de su amor, mi existencia.
Creer confiados que no tenemos un enemigo que nos acecha es muy tonto. Persuasivo es en su vasta experiencia, que desde que los ángeles existen, también existe. Ha millones arrastra constantemente a su guarida. Desde allí los sazona, los mete en una caldera gigante para cocinarlos y mientras logre su cometido estropeando su alma, alma de luz que nos ha confiado Dios Padre, no cesa el infinito castigo.
Pues, felices somos al conocer de Cristo, mas a ojos abiertos hemos de estar, porque un sólo pensamiento impuro que tengamos es ya una razón de alejarnos de su felicidad. Nuestra alegría descansa en Dios, y de hacer cosas que nos aparten de su presencia, seremos los seres más infelices que hayan existido jamás. Seres desfigurados, con tonos diversos oscuros similares al caos, que nada de orden tiene en su faceta de muerte. Abramos los ojos del alma, para agradecer la santidad que se nos ha regalado. Abramos los ojos del corazón, para discernir correctamente a quién dejaré entrar cuando venga a tocar mi puerta.
Soy un instrumento en sus manos, cuando dejo que me use. Yo decido de quién me dejaré hacer de nuevo. El pecado nos induce a una destrucción personal, a la muerte, al destierro eterno. Vivir firmes en la fe, con la voluntad hecha pedazos, pero soportando, sin rendirme, dando la batalla por amor a quien amor me ha dado, por respecto a quien la existencia
me ha asegurado y por honor a quien me reserva una casa en su mansión eterna.
LA SINFONÍA DE LOS ÁNGELES
Me aproximé al río furioso que irrumpía con su pedante
corriente la atención volátil de sus amigos. Observé cuidadosamente, y bajo el entresijo
de la escena, el caos, la fluidez del goloso inducía una verdad escondida que
pocos allí apreciaban. La fuerza de sus raudas aguas desplegaba alegría,
consciencia, una plegaria al cielo desde la cual los ángeles caían para cantar
sobre ella.
Aprecié con dotada caricia tenue su rocío prendado que
impactaba con la orilla forjada en el tiempo y trastocando el cielo o el espacio,
variando su caudal de líquido meramente necesario, al de gaseoso, completando
con ello su obra, inyectando el néctar de su gracia a las nubes grisáceas, que
en el más limpio cielo comenzaban a formarse para desplegar infinitas gotas de
su útero convergiendo sobre el padre que hubo depositado su vapor en ellas y
que ahora descendían a modo de lluvia para agradecerle su corta vida.
Oh, silencio dado al implícito significado por el que
se te elogia. Cuando en la naturaleza se goza con la sinfonía que sube de las cataratas
cristalinas, de los riachuelos que toman forma de burbujas en los labios de los
niños, de los pajarillos que cantan sin cesar por las mañanas, en la tarde el
buitre, en la noche el búho. Silencio no es silencio, silencio es cerrar mis
labios para escuchar el sonido oculto de la experiencia anciana que habla por
medio de la naturaleza.
Silencio no es admirar, silencio es callar las
agitadas aguas que llevo dentro, entregándome con beneplácito suspiro al
fervoroso paisaje de la primavera, inducido por el aroma del campo, que tan
importante es para mis pulmones, como lo es la sabiduría para mi alma.
Ay, desacierto que destruye implacablemente mis
amores. Admiro la destreza a la orilla del rio estridente de un pescador
silencioso que intenta atrapar unos peces, con la suerte, con la muerte de un
estancado reflujo de ironía. Siquiera con usar carnada, lombriz alguna, nada,
atrapa la danza de tan refrescante alimento, envolviendo el destino de sus
vidas al de su vida. Unos mueren, otros viven. Los que ofrecen sus vidas con
amor vuelven a nacer. Los que no temen al destino incierto de las trampas
futuras que como anzuelo se remecen en medio de nuestro baile, renacen, viven
de nuevo.
Y prosigo la marcha, río abajo camino, donde percibo
mariposas probar las aguas de aquel monstruoso caudal con simpleza y dulzura. Niños
retozan por sus orillas, al cuidado de sus padres, que entre baños y cantares dispersan
la corriente con sus manos para sus hijos creando un juego sano que entorpece a
los arrogantes y alegra a los humildes. Los jóvenes también se bañan. Coquetean
desde sus bravuras con las más delicadas gacelas que toman agua con elegancia y
disimulo femenino, llamando su atención y provocando un tornado de emociones
que al más gigante de los gigantes se atreverían a enfrentar. Palidecen sus
ojos contra sus ojos. Se abren redes en la dulzura de sus labios. Los ojos de
una mujer, flagrante juventud, recrean un universo de estrellas que empapan con
el enorme despliegue de íntimos puntos brillantes en su iris, la marejada
inquieta de la naturaleza varonil. Retozan juntos, como las abejas que viajan
por miel y hacen de su trabajo una aventura.
Bello cuadro logro pintar desde mi corta percepción de
solitario. Campesino soy y no ilustre aristócrata. Puedo ver belleza donde sólo
parece que hay cotidianidad. Donde lo regular es mágico y lo monótono,
manantiales diversos de vastos puntos de vista. La mente alegre contempla con
optimismo el día a día. Se deja conquistar por aquello que tiene por misión,
sin jamás considerarlo una obligación. El río que pareciera molestar con su
ruidoso descenso, crea un vertiginoso destino para quienes de sus aguas se
alimentan, se regocijan, se desviven en la felicidad, en la inocencia, la
familia o se enamoran.
martes, 1 de julio de 2014
Fenómenos Mentales, Demonios y Angeles
¿Pueden Existir los Ángeles y demonios?
Millones piensan que el término acuñado a la palabra ángel y demonio son derivados de mitos, cuentos bíblicos y considerados hasta alucinaciones mentales. En cuanto a los ángeles, se cree que la literatura tiene mucho que ver con la invención de estas figuras aladas, dotadas de poderes, dones y cualidades celestiales increíbles y fascinantes.
No cabe duda de que las apariciones de muchos de ellos y los registros precisados en la Biblia como mensajeros de la paz, ayudantes, guías y protectores, apenas envuelven parte de una creencia que solo ha llegado a ciertas personas.
Para desarrollar la capacidad de ver ángeles no hace falta adquirir ningún poder. Ellos toman esa decisión si la consideran necesaria. Según datos registrados, los ángeles toman figuras y formas humanas para acoplarse al comportamiento nuestro. Dentro de muchas de sus apariciones, se les hace mención en partes bíblicas desde el Antiguo Testamento: Adán y Eva fueron echados del Jardín del Edén por ángeles, Abraham recibió la visita de tres de ellos, Josué también fue visitado por ellos, Jacob peleó contra uno para que le diera la bendición, Ezequiel vio Querubines, Daniel recibió visiones de parte de ellos, Isaías vio Serafines en el cielo, Zacarías fue el último en tener una aparición de un ángel que le anunció el nacimiento de Juan el Bautista, su hijo.
En el contexto del Nuevo Testamento, los ángeles continúan sus apariciones. A ciertos pastores, a la Virgen María, a Jesús, a Juan Apóstol, a Ananías de Damasco, a Pedro Apóstol y, de ahí las experiencias persisten en registros eclesiásticos.
Muchos de esos antiguos escritos afirman que Santa Lucía veía ángeles alrededor del altar mientras el sacerdote consagraba el pan y el vino. San Francisco de Asís charlaba con su ángel de la guarda, San Juan Bosco tenía visiones con ángeles, San Antonio Abad también y miles de santos más.
La experiencia con los demonios está también confirmada por algo mucho más extraño que un comportamiento meramente normal. En la literatura, las culturas, las creencias y las películas, se han creado formas distintas de actuación y predisposición a dichos elementos. En ciertas ocasiones se han encontrado personas fingiendo una posesión demoníaca. Sin embargo, la Biblia relata casos demoniacos desde el Antiguo Testamento. El más famoso caso es el del Libro de Tobías, donde un demonio llamado Asmodeo busca eliminar a todo hombre que intente casarse con Sarah, hija de Raguel. Al final es vencido por el Arcángel Rafael. De ahí el Nuevo Testamento cobra vida con la venida de Jesús al mundo y, como por alguna razón desconocida, es cuando más aparecen casos de demonios. Jesús define los casos que tienen que ver con la mente y los que tienen que ver con una posesión. En varias ocasiones alude a las personas de que hay quienes sólo están enfermos porque Dios lo permite para manifestar su Gloria, otras tantas, porque la persona necesitaba comprender algo más importante que sus afanes por tener y acumular riquezas para este mundo, pero en la mayoría de los casos, las posesiones eran visibles. Personas al punto del suicidio, perturbadas, descontroladas, sin ninguna explicación humana ni mental. Una brecha se habría en el corazón de estas personas que permitía el fácil acceso de una posesión.
El Reino de Dios tiene puertas angostas, estrechas. La resistencia a las tentaciones con la misma gracia de Dios son las que nos harán pasar por ellas. Nuestros corazones se van convirtiendo en el mismo Reino de Dios cuando empezamos a aceptar nuestro origen, nuestra forma natural de la que hemos nacido.
El amor de Jesús por nosotros ha superado todas las barreras de la comprensión humana. Nos ha dado nueva vida. Por su amor hoy tenemos razón de ser. El nos ha salvado, nos ha redimido, nos ha levantado. Es hora de permanecer en este amor, rechazar toda fuerza maligna, toda oscuridad espiritual y decidirnos de una vez por todas, por su camino a la verdad, a la luz, a la vida. Amén.
Millones piensan que el término acuñado a la palabra ángel y demonio son derivados de mitos, cuentos bíblicos y considerados hasta alucinaciones mentales. En cuanto a los ángeles, se cree que la literatura tiene mucho que ver con la invención de estas figuras aladas, dotadas de poderes, dones y cualidades celestiales increíbles y fascinantes.
No cabe duda de que las apariciones de muchos de ellos y los registros precisados en la Biblia como mensajeros de la paz, ayudantes, guías y protectores, apenas envuelven parte de una creencia que solo ha llegado a ciertas personas.
Para desarrollar la capacidad de ver ángeles no hace falta adquirir ningún poder. Ellos toman esa decisión si la consideran necesaria. Según datos registrados, los ángeles toman figuras y formas humanas para acoplarse al comportamiento nuestro. Dentro de muchas de sus apariciones, se les hace mención en partes bíblicas desde el Antiguo Testamento: Adán y Eva fueron echados del Jardín del Edén por ángeles, Abraham recibió la visita de tres de ellos, Josué también fue visitado por ellos, Jacob peleó contra uno para que le diera la bendición, Ezequiel vio Querubines, Daniel recibió visiones de parte de ellos, Isaías vio Serafines en el cielo, Zacarías fue el último en tener una aparición de un ángel que le anunció el nacimiento de Juan el Bautista, su hijo.
En el contexto del Nuevo Testamento, los ángeles continúan sus apariciones. A ciertos pastores, a la Virgen María, a Jesús, a Juan Apóstol, a Ananías de Damasco, a Pedro Apóstol y, de ahí las experiencias persisten en registros eclesiásticos.
Muchos de esos antiguos escritos afirman que Santa Lucía veía ángeles alrededor del altar mientras el sacerdote consagraba el pan y el vino. San Francisco de Asís charlaba con su ángel de la guarda, San Juan Bosco tenía visiones con ángeles, San Antonio Abad también y miles de santos más.
La experiencia con los demonios está también confirmada por algo mucho más extraño que un comportamiento meramente normal. En la literatura, las culturas, las creencias y las películas, se han creado formas distintas de actuación y predisposición a dichos elementos. En ciertas ocasiones se han encontrado personas fingiendo una posesión demoníaca. Sin embargo, la Biblia relata casos demoniacos desde el Antiguo Testamento. El más famoso caso es el del Libro de Tobías, donde un demonio llamado Asmodeo busca eliminar a todo hombre que intente casarse con Sarah, hija de Raguel. Al final es vencido por el Arcángel Rafael. De ahí el Nuevo Testamento cobra vida con la venida de Jesús al mundo y, como por alguna razón desconocida, es cuando más aparecen casos de demonios. Jesús define los casos que tienen que ver con la mente y los que tienen que ver con una posesión. En varias ocasiones alude a las personas de que hay quienes sólo están enfermos porque Dios lo permite para manifestar su Gloria, otras tantas, porque la persona necesitaba comprender algo más importante que sus afanes por tener y acumular riquezas para este mundo, pero en la mayoría de los casos, las posesiones eran visibles. Personas al punto del suicidio, perturbadas, descontroladas, sin ninguna explicación humana ni mental. Una brecha se habría en el corazón de estas personas que permitía el fácil acceso de una posesión.
El Reino de Dios tiene puertas angostas, estrechas. La resistencia a las tentaciones con la misma gracia de Dios son las que nos harán pasar por ellas. Nuestros corazones se van convirtiendo en el mismo Reino de Dios cuando empezamos a aceptar nuestro origen, nuestra forma natural de la que hemos nacido.
El amor de Jesús por nosotros ha superado todas las barreras de la comprensión humana. Nos ha dado nueva vida. Por su amor hoy tenemos razón de ser. El nos ha salvado, nos ha redimido, nos ha levantado. Es hora de permanecer en este amor, rechazar toda fuerza maligna, toda oscuridad espiritual y decidirnos de una vez por todas, por su camino a la verdad, a la luz, a la vida. Amén.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)