sábado, 19 de julio de 2014

Senderos de Felicidad

       Dios perdonador, desde lo mas profundo aclamo a ti.
       Señor, oye mi voz. Estén tus oídos atentos a la voz de mi plegaria.
       Si de los delitos te acuerdas, Señor, Quién resistirá? Mas, hay en tí
       perdón de pecados, para que con reverencia se te sirva.
       Confio en el Señor, confía mi alma en su palabra.
       Espera mi alma al Señor, mas que los centinelas la aurora.
       Mas que los centinelas la aurora, espera Israel al Señor.

       Porque hay en el Señor misericordia, hay en El abundante redención
      y El mismo redimirá a Israel de todas sus iniquidades. (Salmo 129)

      Crezca la paz en abundancia, dirija tu alma.
      Resplandezca la calma como rocío de la mañana
      cual nieve blanca que en su armonía danza y cae
      en sereno paso del viento invernal.

       No retumbe la culpa dentro de tu alma.
       Que retumbe mas bien la acción de responder
       con agrado a la solución, sin quedarte en el error
       o el fracaso. Porque la culpa agrava con desmedido
       veneno al alma que ansía levantarse y la amedrenta,
        la congoja en infinidades intensas de pensamientos
        turbios, que no permiten vivir con libertad a la gracia
        que del Señor nos viene, su amor, su perdón.

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