Sintiendo el auge de parámetros erróneos que como calcoma han venido desmoronando las bases legitimas del verdadero mensaje de Cristo a su Iglesia Santa, me he tomado el atrevimiento como Católico a tener que pronunciarme, ya sea como hereje para algunos y revolucionario para otros.
Dentro de la ya mencionada evangelización con la que NO nací, me he dado cuenta que los factores esenciales de la misma han fallado para el pueblo que parece ser sólo oídos dentro de la tan grandiosa Iglesia que tanto trabajo reserva para todos sus laicos y feligreses, asi como religiosas y sacerdotes. Dicho factor corresponde al hecho de que, sólo ciertos Laicos se están queriendo promover en las Iglesias por medio de los grupos existentes como los únicos capaces de hacerlo TODO. Cabe decir que pareciera que son los únicos que celebran en sus vanidosas, egoístas y muy jatanciosas miradas una salvación celestial eterna. La idea del cielo ha vuelto a muchos un poco atontados ante el mensaje de prédica y evangelización que el pueblo realmente está esperando.
La Iglesia promueve los valores siguientes: Una evangelización activa y participativa donde todos se sientan libre de expresar sus ideas, valores y demostrar sobretodo la capacidad de entrega a Dios a través de representaciones, creaciones culturales religiosas, movimientos y demás formas de llevar el amor de Cristo a todo el pueblo, no sólo a cierto grupo específico, tomados con algarabía y disimulo como un movimiento favoritista de ciertos consagrados que deberían estar velando porque estas aperturas de "Yo voy a leer todo el tiempo que sea necesario" o "voy a cantar hasta que Dios me lleve" o "Dirigiré este grupo hasta que me muera" está condenando a la Iglesia prometedora, jóven, adulta y hasta infantil ha quedarse rezagada dentro de los límites solamente conocidos como un Público estático.
Dichas personas al parecer sólo desbocan las ansias de querer llamar la atención de una imágen santa que no parece ir de acuerdo al verdadero mandato de Jesús: "Dejen de presentarse en los templos con sus largas vestimentas como queriendo que les llamen santos". Si el título es lo importante, si quedar bien con el sacerdote, agradar a las personas para ganar una imagen de santurrones, hacer la de mártires haciendo penitencias públicas, anunciando ayunos al son de trompetas, que yo veo ángeles, que he hablado con la Virgen y todo tipo de cosas de fe personales, que si Dios la sabe, que logro yo con decirlas al público? Evitar la gracia de Dios para conseguir la humana?
Queridos hermanos, la Iglesia no es de uno solo. La conformamos todo un pueblo. Usted no deja de ser pueblo por subirse al estrado, al púlpito, al ambón, al altar. Si usted es predicador, para pensar que ya es más grande que los que barren el polvo del templo, habrá de hacerse el más pequeño. Si yo fuera líder comunitario de un grupo religioso, al que puse la semana pasada a predicar, esta semana lo pondría a barrer la Iglesia, para que no se le suban los cables de la fama y la apreciación del pueblo, que lo que buscamos no es más personas que quieran alcanzar fama, sino que estén dispuestas a olvidarse de sí mismas para elevar el Nombre de Cristo Vivo y Resucitado en todas las personas que no lo conocen.
Vale anunciar que no son pocos los mensajeros del Señor que se toman el atrevimiento de decir: Un aplauso para Cristo después de que han realizado alguna charla en su nombre. En realidad dicha persona no está queriendo oír esos aplausos para Cristo, lo está queriendo escuchar su ego, su vanidad, su yo incapacitado y débil, falto de amor del mismo Cristo que predica. Le hace falta un cariño, un consuelo que le diga que lo hizo bien, que predicó fenomenal, que está iluminado por el Señor, que es un ángel de Dios por ésas palabras que ha dicho. Pero cuando el predicador pide aplausos, es evidente que el mensaje no ha calado, sino que las personas no lo han entendido y debido a eso, se ven obligadas a ceder a dar el aplauso con la excusa de por medio del nombre de Jesús, usado en vano y para propósitos egoístamentes inconscientes, porque admito que muchos no se dan cuenta del grave daño que están haciendo.
Vale la pena profundizar acerca de esto. No creo en una evangelización egoísta, de sólo yo puedo hacerlo bien, de sólo yo puedo lograrlo. La vida en Cristo no se trata de quien lo hace mejor, sino de quien puede humillarse más ante su labor sin depender con eso la publicidad que algunos de ellos traen consigo. Abramos las puertas al pueblo diciéndole cada domingo que hacen falta más lectores, que hacen falta más jóvenes para el teatro, para recoger la limosna, para limpiar la Iglesia, que promovamos los distintos grupos que apenas cuentan con algunos directores incapaces de reformar líderes para el futuro de la Iglesia como Institución y madre.
Abramos los ojos ante esta necesidad poco conocida por quienes son en sus puestos, encargados de dirigir y orientar al igual que los sacerdotes y religiosas, al pueblo perezoso que se sienta cada domingo en un banco o silla esperando que les digan vayan hoy a compartir con sus familias y amigos este mensaje. Vamos a darle tareas al pueblo. La evangelización sólo podrá llegar a las personas cuando les encarguemos metas a lograr, cuando les hagamos formar parte de lo que ellos piensan que no son. Amén. Los quiero a todos y Dios les bendice.
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